La psicogenealogía, es el estudio de determinados comportamientos inconscientes que se transmiten de generación en generación e impiden al sujeto autorrealizarse, por lo que para que un individuo tome consciencia de ellos y se pueda desvincular de los mismos es necesario realizar un análisis de su árbol genealógico.
Un árbol genealógico tiene todas las respuestas a nuestros conflictos, bloqueos, enfermedades, situaciones extremas y situaciones repetitivas porque están grabadas en el inconsciente de nuestro clan familiar y éstos se heredan y las reflejamos en el día a día, en la toma de decisiones, y los conflictos que vivo.
El estudio transgeneracional va a la hondura para comprender la dinámica de cosas que a veces no son visibles. Se establece una relación con nuestros ancestros, ascendentes familiares que guardan una relación con un problema que uno tiene y con la solución que necesita. Es importante resaltar que ha habido hechos en el sistema familiar que no han sido aceptados, integrados, reconocidos, solucionados. A través de este estudio del árbol familiar, que siempre realizamos ya en la primera consulta sacamos a la luz asuntos clave, siempre partiendo de un síntoma o un conflicto en concreto que estoy viviendo en el presente , que no me explico o no consigo resolver, permitiéndome abordarlos, comprenderlos, encararlos y solucionarnos, de forma que ya no tengan que repetirse.
Se trabaja desde desórdenes amorosos, problemas de escasez económica, sobrepeso, infertilidad, hasta cualquier síntoma físico o enfermedad o un accidente.
Una madre que faltó, un padre violento, abusos dentro de la familia, un aborto, un hijo que se ocultó o se entregó a otra familia, alguien que tuvo que exiliarse, una muerte traumática y no aceptada, ruinas o excluir a alguien de la herencia, amores secretos, matrimonios de conveniencia, haber estado en la cárcel, accidentes, sufrir una guerra, una injusticia, pasar hambre, no poder alimentar a los hijos. En definitiva, situaciones y hechos dolorosos no resueltos, traumas y secretos que se guardan de generación en generación con la errónea pretensión de proteger a la descendencia. Pero la realidad no puede ser burlada y la información no desaparece, sino todo lo contrario, todo lo que se encuentra en la sombra del árbol familiar lo que quiere es ver la luz, que emerja para que se resuelva. Integrarla y trascenderla. Que pase del inconsciente al consciente.
Una cosa pequeña enterrada sin haberla asumido bien puede acarrear problemas a sus descendientes. ¿Y cuál es el sentido? Parece injusto, pero no es así. En la naturaleza lo que prevalece es la especie, no el individuo, debemos vernos como parte de un todo. Aquello que no se resolvió o que se juzgó, a ti te corresponde liberarlo.
Cuando hablamos de nuestros abuelos o tatarabuelos no debemos hablar de “viejos” porque los abuelos no son viejos, son seres humanos como tú, aunque hayan pertenecido a otra generación no podemos verlos con una mirada infantil, como viejecitos, hay que imaginarlos fuertes, cómo vivieron su pubertad, como trabajaban… Debemos Investigar qué cultura, o religión tuvieron, de qué situación social y política vienen, porque eso va a condicionar su vida, sus creencias y sus problemas no resueltos. Date cuenta de que a lo que tu aspiras, todos tus ascendentes en el árbol aspiraron. Son seres de carne y energía. Aquellos que no desarrollaron su consciencia sufrieron, porque es a lo que aspiramos todos los seres humanos, llegar a nuestra consciencia sublime. Aunque fueran ricos, exitosos…. debo preguntarme en qué nivel de conciencia vivieron estos personajes de mi árbol.
El Árbol Genealógico es algo que va más allá del tiempo y del espacio que se trasmite a los demás. Parte de esta energía está enferma y parte de esta energía está aún viva. Sin embargo, si te limitas a ver a tu padre y tu madre desde la mirada del niño te pierdes el significado del árbol. Debemos averiguar qué nivel de consciencia vivieron cada uno.
El universo está sostenido por una Consciencia, es holográfico. Un pedacito está en ti, como un holograma, una gota contiene al océano, esto mismo ocurre en la familia.
Si no sabes nada de ellos, porque eres huérfano, o porque no te contaron, no debes preocuparte porque esta información se encuentra en tu interior y a través de una relajación o una hipnosis aparece. Tu inconsciente que es una parte del todo también contiene el todo.
Hay que ir a mi propia visión del árbol, no al de mi hermano o mi hermana, cada miembro tiene una visión, una versión. Cada persona en particular ha de trabajar su Transgeneracional.
El árbol es repetitivo, tienes que descubrir hacia dónde quieres ir tú. Hay que sanar a tus abuelos y bisabuelos. ¿Cómo se arreglaron ellos con su tiempo? ¿Fueron víctimas? Detrás de los bisabuelos, tatarabuelos, etc. se encuentra toda la historia humana.
La psicogenalogía comprende numerosas teorías y escuelas de pensamiento. Pero es, sin duda, a la Dra Anne Ancelin-Schützenberger a quien debemos el impulso inicial de este enfoque.
El hecho de trabajar durante mucho tiempo con enfermos aquejados de cáncer hizo que empezara a descubrir en sus biografías extraños fenómenos de repetición, que hablaban de un fenómeno de identificación con personas queridas desaparecidas. Y fue así como esta terapeuta inventó este método– un árbol genealógico muy especial que priorizaba los hechos extraordinarios y/o sobrecogedores y acontecimientos que podían causar una conmoción en bien o en mal, enfermedades, nacimientos, accidentes, casamientos, etc, poniendo de relieve, mediante un juego de gráficos, los lazos afectivos mayores. Fidelidades familiares invisibles.
Cuando se sabe que un muerto mal enterrado impide que se pueda realizar debidamente el duelo en la familia, es fácil imaginar que una hecatombe pueda generar un inmenso malestar en nuestra civilización. Los hijos de los judíos deportados a los campos de concentración sufren crisis asmáticas, eczemas y violentas jaquecas en las fechas aniversario de la deportación , cuenta Anne Ancelin-Schützenberger.
La misión primera de este método es estrechar el cerco de nuestras «lealtades invisibles» que nos obligan a «pagar las deudas» por nuestros ancestros, lo queramos o no, lo sepamos o no. Como escribe en su libro ¡Ay mis ancestros!: “La vida de cada uno de nosotros es una novela.